Dejamos la ciudad al amanecer. He recorrido decenas de veces el camino de York a Durham, con y sin parada en Castle Howard, casi siempre trabajando, casi siempre con prisa. Hoy en cambio, la ruta va a llevarnos todo el día, pues pretendemos hacerla atravesando el Parque Nacional de los Páramos del Norte de Yorkshire.
Nuestro primer destino es Helmsley, una clásica ciudad mercado del norte de Inglaterra. Desde York, la A64 sube en dirección a Malton atravesando los suburbios de la ciudad. En un punto el GPS nos desvía y comenzamos a atravesar el Vale of Pickering por carreteras secundarias. La de Pickering es una planicie creada por un lago post-glacial hoy desaparecido y que drenan los ríos Rye y Derwent y una red de zanjas y canales de la que apenas vemos nada en nuestra ruta. Ésta es una zona a la que tendré que volver caminando.
Cruzamos el Rye justo antes de entrar en Helmsley que, a pesar de la hora temprana, está empezando a llenarse de visitantes. Hoy en la plaza principal se ha organizado un mercadillo de antigüedades. El pueblo lo presiden las ruinas de un castillo normando, mandado construir por Walter l’Espec en la década de 1120 y hoy forma parte del English Heritage. Camino de la plaza, paramos en la Iglesia de Todos los Santos, también de origen normando y en la que me alegra descubrir unos curiosos frescos dedicados a San Columba.
Desayunamos en el Nice Things, un negocio familiar en la plaza principal cuya pastelería cumple la promesa del nombre, y de allí salimos hacia las ruinas de la abadía de Rievaulx. A menos de cinco kilómetros de Helmsley, las ruinas de la primera abadía cisterciense del norte de Inglaterra, destruida como el resto de las que el país tenía durante la Reforma, son tal vez las más impresionantes que he visitado.
Nos dirigimos entonces hacia el norte, adentrándonos en el Parque Nacional, aunque de momento, los pequeños bosques, los prados y una cantidad enorme de riachuelos que bajan hacia el Vale of Pickering predominan sobre los páramos y el brezo. Nuestro próximo destino es Hutton-le-Hole y subimos hacia el más pintoresco de los pueblos del parque por una carretera que serpentea entre el río Dove, uno de los tributarios del Rye, y un arroyo llamado también Hutton. La hondonada que el río crea al entrar en el pueblo explica probablemente su nombre. Si hemos de hacerle caso a una de las guías que llevamos, el le parece ser un añadido victoriano, de cuando la aldea comenzó a atraer la atención de los turistas. Dejando aparte la carretera principal y un par de entradas y salidas a las zonas residenciales, el pueblo entero está cubierto de verde y las ovejas pastan por lo que no consiguen ser sus calles. La única taberna está aún cerrada y el museo, dedicado a la vida rural de la región, y una pequeña tienda dedicada al turismo nos reciben como primeros visitantes del día. Junto al riachuelo, una abuela juega con su nieta construyendo un dique.
Al norte de Hutton-le-Hole comienzan verdaderamente los páramos. El brezo ha comenzado a florecer -en Escocia aún le faltan algunas semanas- y, aunque lo que de verdad pide el paisaje es que nos echemos a andar durante horas, no cambiaría por nada la sensación de cruzar el territorio en el coche escuchando Fairport Convention.
Pasado Castleton, nos desviamos hacia la costa. Queremos almorzar en Whitby, una de las más conocidas ciudades de veraneo del norte de Inglaterra y un sitio que llevo años queriendo conocer.